Miremos a Jesús, maestro de Vida
Día del Maestro 2024 – Mensaje del obispo Sergio O. Buenanueva
Enamorados de Jesucristo
DÍA DEL CATEQUISTA 2024 – Mensaje del obispo
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.” (EG 1).
Queridos catequistas:
¡Muy feliz día!
Estas palabras del papa Francisco inspiran la celebración del Día del Catequista de este año 2024.
Si ustedes me preguntan cuál considero que sea el desafío más de fondo de nuestra vida cristiana y eclesial, no lo dudo un instante: el encuentro con Cristo vivo de cada uno de nosotros, para que, de esa fuente, brote el anuncio del Evangelio a todos.
Las palabras del Santo Padre son un eco de aquellas otras del documento de Aparecida:
“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.” (DA 29).
Recorriendo la diócesis, veo con alegría cómo nuestras comunidades, los sacerdotes, catequistas, otros agentes de pastoral o simplemente hombres y mujeres de fe sencilla siguen buscando a Jesús, dejándose atraer por Él y entrando en el misterio fascinante de la oración, de la escucha de su Palabra y del silencio que nos transforma por dentro.
Es por aquí el camino.
Es verdad que a Jesús lo encontramos en los pobres, en los que sufren, en los que gritan suplicando una mano amiga que los ayude a caminar.
Jesús mismo nos lleva a ellos; pero nada ni nadie sustituye el encuentro vivo con Él, la experiencia fundante de experimentar la potencia de su amor y su gracia.
Por eso, catequistas: vayamos juntos al Señor. Él nos espera y nos está continuamente regalando su Espíritu.
Nos espera en la oración matutina, hecha de escucha, silencio y alabanza… como María. Nos espera en la eucaristía del domingo y en la celebración gozosa del sacramento de la penitencia. Nos espera en cada recodo del camino, incluso y especialmente en los que menos esperamos.
Los métodos son importantes, pero secundarios. Siempre estaremos aprendiendo y actualizándonos.
Sin embargo, en la catequesis como en toda forma genuina de transmisión de la fe, nada sustituye al TESTIGO que ha sido alcanzado y transformado por Jesús.
Eso marca la diferencia, aunque las metodologías no sean tan modernas ni ingeniosas.
No transmitimos solo saberes abstractos, sino un encuentro que nos ha enamorado y ha dado a nuestra vida orientación, libertad y esperanza: el encuentro con la Persona y la pascua del Señor Jesús.
Vayamos al encuentro del Señor.
Feliz Día del Catequista 2024

Obispo de San Francisco
21 de agosto de 2024
Memoria de san Pío X
Lectio divina de Lucas 10, 17-24
A continuación, la lectio divina que hemos propuesto para esta etapa de escucha en el camino sinodal de la diócesis de San Francisco.
Domingo de la Palabra de Dios
Son los números 21 al 26 del mencionado documento.
A continuación te dejo el enlace del sitio web del Vaticano con el texto completo.
No te será difícil encontrar los números sugeridos.
https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html
La familia: tierra de misión
En la Fiesta navideña de la Sagrada Familia de Jesús, María y José
Elecciones 2023: Cuidemos nuestra democracia
Elecciones 2023: Cuidemos nuestra democracia
Reflexiones pastorales mirando las elecciones generales del próximo domingo 22 de octubre
Mensaje en el Día del Párroco 2023

Elogio de la moderación política

¿Me permitís una palabra?
Los populismos -de izquierda o de derecha- deforman la democracia en varios sentidos. Uno de ellos es transformar la confrontación entre posturas distintas (normalmente bipolares: izquierda-derecha, conservadores-progresistas, etc.) en una exacerbación de los extremos.
La confrontación propia de las democracias liberales hace a la dinámica de la vida política de las sociedades que adoptan ese sistema de gobierno y de convivencia ciudadana. Se sustentan sobre un fundamento sólido: la aceptación sin reservas de la pluralidad, cuyo núcleo ético es el reconocimiento de la dignidad personal de cada ciudadano o miembro del pueblo.
Es el reconocimiento del otro como sujeto igual a mí.
Por eso, las confrontaciones democráticas, incluso las más encendidas, no tienen que poner en riesgo la unidad siempre en tensión dentro de la comunidad ciudadana. Al contrario, bien vividas, la expresan y la refuerzan.
Obviamente, siempre y cuando, ese núcleo ético que es el reconocimiento del otro no desaparezca ni se debilite. Se trata de un valor fundamental, pero también sumamente frágil, confiado al cuidado de la conciencia y libertad de cada ciudadano y de toda la sociedad.
Una convivencia así requiere de una mística anclada en sólidos valores espirituales y éticos. Para algunos de nosotros es el Evangelio; para otros, otras fuentes espirituales.
La Iglesia católica, por ejemplo, en cuanto sujeto social (y también político) mantiene una oposición crítica hacia muchas leyes (el aborto, por ejemplo). Acepta la legitimidad de las reglas de la democracia, pero mantiene su postura sin romper ni amenazar la cohesión de la sociedad. Y, como ella, tantas otras organizaciones o espacios espirituales, culturales y políticos.
El populismo procede deliberadamente de otra manera. Exacerba las diferencias que se dan dentro de la sociedad; niega subjetividad al otro, al que arroja fuera del espacio, considerándolo “no pueblo” y, por eso, siempre rompe la unidad y cohesión del pueblo al que dice servir. Incluso se echa mano de símbolos, expresiones o conceptos religiosos para darle una pátina mística a sus pretensiones de hegemonía.
No solo en Argentina, sino en varios rincones del globo, la democracia aparece amenazada por estas formas de entender la convivencia social.
La enseñanza social de la Iglesia católica, a la vez que busca respetar la dinámica y consistencia secular de la política, ofrece el horizonte inspirador del humanismo que se desprende del Evangelio y de su también secular forma de interpretar racionalmente la condición humana.
En su reciente encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco ha hecho foco en dos conceptos que abrevan en esa fuente: el de “fraternidad” y el de “amistad social”. Desde allí invita a transitar los caminos de -como él lo llama, con acierto- la “mejor política”.
Se trata de un verdadero “elogio de la moderación” en la política. Supone afirmarse con notable fortaleza interior en los instrumentos más políticos que conocemos: el diálogo, la búsqueda de consensos y acuerdos; la superación paciente e inteligente de los conflictos con una mirada de largo alcance; la sensibilidad hacia los más vulnerables, como motivación para atenuar el impulso del egoísmo en aras del interés común.
Tradicionalmente todos estos valores se asocian al “centro” de las distintas expresiones políticas: centro izquierda o centro derecha. Entre nosotros se ha puesto de moda bajarle el precio a esta búsqueda de un territorio común para construir el bien común, hablando de “Corea del centro”. Ni fu ni fa. Es una chicana casi infantil.
Nuestro país arrastra una profunda crisis social, económica y política que tiene raíces humanas y éticas. Sin un deliberado consenso, buscado con fortaleza y magnanimidad, será imposible diseñar el futuro.
Como he dicho otras veces: en esto, todos los ciudadanos tenemos que sentirnos responsables, pero, una responsabilidad histórica la tienen los hombres y las mujeres de la política. Esa es su vocación. Yo añadiría ahora: y de aquellos hombres y mujeres que hacen de la “moderación” su mística al servicio de todos.
Y es ahora, no mañana, pues entonces puede ser demasiado tarde.
La hora es grave y supone riesgos reales, que hemos visto realizarse en otros países y sociedades. No sería extraño que, en las próximas elecciones, buena parte de los ciudadanos, acosados por lo que implica sobrevivir al día a día y desinteresados de la política (a la que juzgan -y con razón- alejada de su vida e intereses reales), a la hora de entrar en el cuarto oscuro, se decanten por opciones radicalizadas, que ofrecen la ilusión de patear el tablero. Sabemos su destino: nuevas frustraciones, más rabia y menos discernimiento.
¿Será posible romper ese círculo vicioso? Creo que sí. A la moderación política le cabe la responsabilidad. Y que tenga también imaginación para hacérnoslo comprender.
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