En el marco de la 127ª Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, en la mañana de este jueves 6 de noviembre recibimos a cuatro comunicadores: el periodista Jorge Liotti de La Nación, Pedro Rosemblat, Rosendo Grobocopatel y Lucas Rodríguez.
Al programar esta Asamblea, los obispos vimos oportuno acercarnos al mundo de la comunicación haciendo foco en los espacios, lenguajes y formatos que hoy son “habitados” especialmente por los más jóvenes.
Liotti nos ofreció un primer acercamiento al tema, mostrándonos cómo han evolucionado las formas de comunicación en estas últimas décadas desde los medios más tradicionales a, por ejemplo, los canales de streaming y los streamers.

Los fuertes cambios en la comunicación lo son también para los sujetos que se comunican… y los grupos de referencia que se forman. Esto también afecta a la comunidad eclesial, sus dinámicas, tensiones y polarizaciones.
Los tres jóvenes nos contaron su propia experiencia en los espacios en que ellos desenvuelven su trabajo. Pedro Rosemblat y Rosendo Grobocopatel desde una militancia política (en el peronismo, el primero; en el PRO, el segundo), mientras que Lucas Rodríguez desde la comedia y el humor. No pusimos el acento en la militancia política, sino en la experiencia como comunicadores.
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Después de la primera parte en la que intervinieron los tres, los más de cien obispos nos dividimos en tres grupos para el diálogo con los jóvenes. A mí me tocó en el grupo de Lucas Rodríguez.
A mi criterio, la escucha de su experiencia y el intercambio que siguió en el grupo fueron muy buenos. Conversando con obispos que estuvieron con los otros dos comunicadores, coincidimos en la valoración altamente positiva de la experiencia.
Como es de público conocimiento, Lucas ha tenido un proceso de acercamiento muy fuerte a la fe cristiana. Se ha bautizado hace poco tiempo.
Su acercamiento a la fe y a Cristo ha partido desde su interés personal en la poesía y la estética. Se expresó en términos similares a los que usa el teólogo suizo von Balthasar: Cristo resucitado como Dios y hombre, que atrae por la belleza de su amor; enamora (y así “asalta”) al hombre y lo seduce con su luz. Palabras más, palabras menos…
Escuchándolo hablar del misterio de Cristo y su poder de atracción, sus expresiones evocaban el modo como el Concilio de Calcedonia definió la encarnación: en la persona del Verbo, uno y el mismo, las dos naturalezas se unen sin confusión ni cambio, sin división ni separación.
Fue muy interesante escucharlo, desde esta posición, decirnos cómo ve él nuestra misión como pastores en medio de esta fragmentación. Apelo a mi memoria y así lo resumo: los obispos (la Iglesia) no pueden tratar a las personas como usuarios a los que vender un producto; si la Iglesia se encarga del vínculo de las personas con Dios, sería muy raro que percibiera a las personas como “usuarios”… No imagino así -nos decía- su trabajo de acercar el misterio: Dios no convence, sino enamora, nos asalta, nos asombra. Eso es lo primero, después viene el resto…
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Dos reflexiones conclusivas:
Del encuentro con Lucas Rodríguez me quedo pensando en lo que significa la via pulchritudinis (el camino de la Belleza) para la fe y la misión de la Iglesia. De la liturgia a la oración, de la pastoral del consuelo al servicio a los pobres, como tantas otras acciones pastorales, el camino de la Belleza es connatural a la misión de la Iglesia. Belleza es un “trascendental” (Lucas lo recordó explícitamente), que es uno de los rostros del Dios, uno y trino, tal como se nos ha revelado en Jesucristo. Este será siempre el camino de la Iglesia y su modo de estar en el mundo, siempre herido por el pecado, pero también abierto y sediento a la belleza que Cristo le ofrece.
De escuchar a los tres, a muchos nos impresionó positivamente la opción por una “cultura del encuentro” que hacen, especialmente Rosemblat y Grobocopatel, desde miradas políticas distintas: respetar al otro, escucharlo, hacer lugar a su voz, no clausurarse en la propia “tribu» con sus sesgos y prejuicios, etc. Resulta alentador que, en este momento que vive la Argentina, haya personas jóvenes que vayan en esta dirección. El camino sinodal que la Iglesia va transitando, desde su identidad sacramental específica y también atravesada por fuertes polarizaciones, va en una dirección parecida buscando la comunión y la unidad. Al decir de León XIV: con un corazón inquieto, buscamos juntos a Dios y nos dejamos poseer por su Verdad.
Escribo esto al finalizar esta jornada intensa de una muy intensa Asamblea Plenaria.
Agradecido.
6 de noviembre de 2025
