JJOO París 2024

Imposible dedicar la tarde para ver la apertura de los Juegos Olímpicos de París. No lo he hecho. Solo pude ver algunos retazos, por la noche, y leer algunas crónicas.

Parece que la “ciudad luz”, con sus monumentos, edificios significativos y el recorrido por el Sena ha sido un marco innovador y espectacular para este acto inaugural.

Francia aprovecha la ocasión de los JJOO para lucir orgullosa su inmenso patrimonio cultural y humano. Y está bien que lo haga.

Ver a Celine Dion interpretar, desde la Torre Eiffel, L’Amour, evocando a la Piaf, ha sido conmovedor, sobre todo, sabiendo de su situación actual de salud.

Ha chocado, y mucho, un cuadro realizado por personas representativas de la “diversidad”. ¿Evocación de la “última cena” de Da Vinci? ¿Parodia de la última cena de Jesús? ¿Ambas cosas?

No posteo la imagen porque no me parece apropiado. Ha despertado tristeza, bronca y repudio. Justamente.

El humanismo secular, sobre todo si conlleva un concepto de laicidad negativa, suele producir este tipo de cosas. La Ilustración tiene en Francia su hogar natal.

Desde el humanismo cristiano podemos hacer algunas apreciaciones críticas. Como enseñaba Benedicto XVI, la razón no puede cerrarse en sí misma, bloqueando su natural apertura a la trascendencia de la verdad y de Dios.

Francisco añade -lo hizo en el mensaje a los obispos franceses para estos JJOO- otro matiz de trascendencia: la fraternidad, especialmente atenta a los actuales conflictos, polarizaciones y extremismos.

Mucho más si, a esa doble cerrazón (a Dios y a los demás), se le añade un sentido de superioridad ética y cultural, que suele ir de la mano con una buena dosis de hipocresía. Si lo hace, termina no comprendiendo a las culturas religiosas, e incluso, provocando deliberadamente la ofensa, la provocación y el escarnio público.

Los católicos, sin dejar de ser críticos, no dejaremos tampoco de tender la mano, de razonar con serenidad y de buscar ampliar los espacios de la razón, para que nuestra convivencia sea cada vez más humana.

Una última reflexión: no es extraño que el deporte y estos eventos que deberían exaltar sus valores sean usados por las ideologías dominantes (culturales, filosóficas y políticas) para hacerse ver y buscar imponerse a los demás.

Ya ha pasado en otras ocasiones y, seguramente, seguirá pasando. Seamos lúcidos, críticos y procuremos no dejarnos envenenar el espíritu por estas manifestaciones y caer también nosotros en semejantes extremismos.

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