Como el buey y el asno

«Hoy sabrán que vendrá el Señor; y mañana verán su gloria» (Invitatorio de la Liturgia de las Horas de este 24 de diciembre).

Jesús es el Salvador y el Rey de la Paz.

Contemplándolo recién nacido en el pesebre, chiquito e indefenso, vulnerable y colmado de ternura, supliquemos que nos dé la Paz de Dios.

Paz para el mundo, especialmente para los pueblos que sufren todo tipo de violencia, especialmente la guerra.

Paz para nuestra hermosa, fascinante, pasional y atribulada Argentina, siempre haciéndonos caminar al filo del precipio. Pero, ¡cuánta bondad, belleza y verdad hay en nuestro pueblo!

Paz para la Iglesia, esposa amada del Señor, rescatada ella misma por Jesús, lavada en el bautismo, ungida por el Espíritu y alimentada con el Pan de la Eucaristía.

Creo que nunca he visto tanta división, arrogancia y polarización en el cuerpo eclesial.

Que Jesús, rey pacífico, pacifique nuestros corazones. Que dejemos de lado palabras ofensivas que echan sal en las heridas y nos convirtamos, los unos para los otros, en buenos samaritanos que se detenien, se compadecen y cargan sobre sí a los hermanos heridos.

¡Ven, Jesús, que te esperamos!

Con los ojos de María, con el corazón de José y con la humildad de los pastores acerquémonos al Pesebre.

O, al menos (y evocando un memorable diálogo entre Don Camillo y Peppone), como el buey y el asno…

  • Sergio O. Buenanueva
    Obispo de San Francisco
    24 de diciembre de 2023

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