Del agua de Juan al fuego de Jesús

Domingo 7 de diciembre de 2025, IIº de Adviento: Mateo 3, 1-12

En este segundo domingo de Adviento, nos sale al paso Juan el Bautista. Su figura es inquietante: vestido con piel de camello, alimentándose de lo que ofrece el desierto.

Su palabra no es menos áspera que su vestimenta. A fariseos y saduceos les dice en la cara: “Raza de víboras… produzcan el fruto de una sincera conversión”. Es probable que no fuera más suave con nosotros.

Sin embargo, el centro de su mensaje no es el reproche, sino la esperanza en Aquel que viene: “Yo los bautizo con agua… pero Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”.

Aquí radica la diferencia: Juan, con su agua, puede lavarnos por fuera e invitarnos a cambiar; pero solo Jesús, con su fuego, puede transformarnos por dentro.

Jesús es ese fuego de Dios que se acerca. Él trae la “horquilla” del juicio para separar en nuestra vida el trigo de la paja, lo que vale de lo que sobra. El Espíritu Santo es la llama que no destruye, sino que purifica y enciende.

Caminemos hacia ese “incendio”.

Buen domingo.

Bendecido Adviento.

¡Viva Cristo rey!

Domingo 23 de noviembre de 2025, solemnidad de Jesucristo rey del universo: Lucas 23, 35-43

“El pueblo permanecía allí y miraba.” (Lc 23, 35).

También nosotros, este domingo, contemplamos lo que pasa en el Calvario: Cristo está crucificado entre dos malhechores.

El pueblo permanece silencioso y mirando, mientras los jefes religiosos, los soldados y uno de los ladrones crucificados se burlan e insultan a Jesús.

Pero, como suele ocurrir, en medio del sarcasmo y el escrache, dicen algunas grandes verdades: Jesús es el Mesías, ha hecho milagros, es el Salvador y realmente el rey de los judíos, como reza el cartel sobre la cruz (también una burla cruel).

Este domingo celebramos a Cristo rey.

Extraño rey, ¿no? Humillado, escrachado, coronado de espinas… Así y todo, rey y salvador del mundo.

San Lucas nos lo dice con su insuperable genio narrador: precisamente en ese momento, rodeado de burlas e insultos y sin bajarse de la cruz, Jesús le roba a la muerte una presa: responde a la súplica del otro crucificado (“Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino”) con palabras solemnes de salvación (“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”).

Unos versículos más adelante, el evangelista completará el cuadro que acaba de pintar: “Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.” (Lc 23, 48).

En la cruz, Jesús salva a un culpable arrepentido y mueve al arrepentimiento a la gente.

Así él es rey.

Buen domingo.

Dios, nuestra mayor riqueza

Domingo 16 de noviembre de 2025, 33º del tiempo ordinario (Lucas 21, 5-19) – Jornada mundial de los pobres 2025

“Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin… Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.” (Lc 21, 9.12-13).

La historia humana está atravesada de conflictos y el sufrimiento de los inocentes. En ese contexto hay que ubicar la persecución de los discípulos de Cristo. Estremecen las noticias que nos llegan desde Nigeria, por ejemplo. La información no sería completa si, al horror, no añadiésemos el testimonio de fe que esos mártires. Cuando lo rodea el odio, el mártir elige amar y perdonar.

Este domingo es también la Jornada mundial de los pobres, cuyo lema es: “Tú, Señor, eres mi esperanza” (Salmo 71, 5).

El papa León XIV, en su mensaje, retoma una enseñanza del papa Francisco: “La pobreza más grave es no conocer a Dios… Las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza, la más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él.”

Como al orante de la Biblia, la oración sostiene la esperanza del pobre, del mártir, del que viva la prueba. La esperanza nace de la fe en Dios y se vive en el amor como mano tendida al que sufre. También como lucha contra las causas estructurales de la pobreza.

La mayor riqueza del pobre y del mártir es Dios. Esa es su esperanza.

Buen domingo.

Somos templo de Dios

Domingo 9 d enoviembre de 2025, fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán: Juan 2, 13-22

“Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar” (Jn 2, 19), responde Jesús a quienes le piden un signo que justifique que haya echado del templo de Jerusalén a unos vendedores.

Jesús habla del templo que es su cuerpo y de su resurrección, anota el evangelista.

Este domingo celebramos la fiesta de la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, la catedral del papa en Roma.

Cada templo cristiano, una humilde capilla o una inmensa catedral, es signo de Cristo resucitado, ese templo edificado con piedras vivas que son los bautizados, y que Dios está construyendo en el mundo.

Escribiendo a la joven comunidad de Corinto, san Pablo les dice: “ustedes son el campo de Dios, la edificación de Dios” (1Co 3, 9), y añade: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1Co 3, 16).

Por una parte, el don de Dios: él nos edifica, nos trabaja y nos santifica. Por otra parte, nuestra responsabilidad: colaborar con este Dios labrador y constructor, siendo también nosotros artesanos de comunión y de paz.  

Y recemos por el papa León XIV y su misión. Bastante difícil la tiene.

Buen domingo.

Creer y orar

Domingo 29º del tiempo ordinario (19 de octubre de 2025), Día de las Madres y Jornada de las Misiones

“La oración es una de las pocas cosas que solo hacemos por fe”, solía enseñar el padre Segundo Galilea. Y, de oración y fe nos habla el evangelio de este domingo. Con una parábola, Jesús invita a “orar siempre sin desanimarse” (Lc 18, 1).

Y, en octubre, recordamos a dos grandes maestras de oración y de fe: santa Teresa de Jesús y santa Teresita.

“No es otra cosa oración mental -nos dice Teresa de Jesús-, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida 8,5). Y santa Teresita: “La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor, desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Ms C 25).

“Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8), concluye desafiante el evangelio. Yo creo que sí: encontrará la fe de los que oran sin desanimarse y abren el mundo a Dios.

De paso: ¡Bienaventuradas las mamás que enseñan a rezar a sus hijos!

Buen domingo.

Era un samaritano…

Domingo 28 del tiempo ordinario (12 de octubre de 2025): Lucas 17, 11-19

“Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.” (Lc 17, 15-16).

De los diez leprosos curados, solo uno volvió para dar gracias. “Era un samaritano”, anota el evangelista.

En otras palabras: el menos indicado, un extranjero, un no creyente, un infiel, un hereje. Sin embargo, termina siendo el ejemplo más acabado de lo que es la fe en sentido cristiano.

“Levántate y vete, tu fe te ha salvado”, le dice Jesús.

La fe no ha muerto, ni está languideciendo. Sigue viva y creciendo en los corazones de tantos “extraños” que saben ver a Jesús. Hay que aprender a buscarla donde menos esperamos… y dejarnos sorprender.  

La fe está viva porque Dios es Vida.

Buen domingo.

Los que perdonan…

Domingo XXVII del tiempo ordinario, 5 de octubre (Lucas 17, 3-10)

Cuando Jesús habla de misericordia, conmueve. Cuando habla del perdón, inquieta. Lo constatamos este domingo: “Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo».” (Lc 17, 3-4).

Discordia, injusticia y violencia serán siempre compañeras de camino del ser humano. Jesús ha traído la fuerza del perdón de Dios para desarmar su poder destructor.

Por eso, nos enseña a suplicar: “Padre, perdónanos como nosotros perdonamos”.

Comprendemos que los discípulos, al oír esta desmesura de Jesús, le pidan que les aumente la fe. Lo pedimos también nosotros: creer en serio en que Dios sana toda herida del corazón humano y nos capacita para perdonar al que nos ofende.

Hace ochocientos años, y al final de su vida, san Francisco de Asís compuso el Cántico de las criaturas. Poco tiempo después, ante un conflicto entre el obispo y el podestá de Asís, agregó esta estrofa:

“Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y soportan enfermedad y tribulación. Bienaventurados aquellos que las soporten en paz, porque por ti, Altísimo, coronados serán.”

Ni la palabra de Jesús, ni las de su mejor discípulo, Francisco, pierden actualidad. Siempre necesitaremos transitar los caminos del perdón.

Buen domingo.

Escuchar a Dios

Domingo XXVI del tiempo ordinario (28 de septiembre de 2025): Lucas 16, 19-31

Este domingo escuchamos la parábola del rico y el pobre Lázaro, una radiografía de la indiferencia humana ante el sufrimiento del prójimo. El problema no radica en poseer riquezas, sino en un estilo de vida que nos ciega ante las necesidades humanas.

El mensaje de Jesús es inequívoco: Dios no es indiferente, ciego ni sordo; Él está siempre del lado del pobre. A nosotros nos corresponde decidir de qué lado queremos estar.

Ante la insistencia del rico de advertir a sus hermanos, Jesús añade: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán” (Lc 16,31).

Jesús lleva la cuestión a su núcleo religioso: la ceguera frente al pobre nace de la sordera ante Dios, que manda socorrerlo. Para vencer la indiferencia y alcanzar la salvación, es vital la escucha humilde del Padre, una Palabra capaz de quebrar la dureza de nuestro corazón.

Buen domingo.

Jesús, la primavera y los jóvenes

XXVº Domingo del tiempo ordinario: Lucas 16, 1-13 (21 de septiembre de 2025)

Este fin de semana comienza la primavera y los adolescentes celebran el Día del Estudiante.

Pensando en ellos, creo que valen las palabras de Jesús de este domingo: “Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas” (Lc 16, 9).

Esos “amigos” que nos pueden recibir en el cielo son los pobres. Pero ¿por qué habla del “dinero de la injusticia”? Jesús es realista y sabe que, en torno a las riquezas, se desatan pasiones e intereses oscuros. Pero, lejos de desanimarse o refugiarse en la evasión o el victimismo, nos abre un camino de salvación.

Los pobres, los pecadores, los enfermos son los “amigos” de Jesús. Estar con ellos, tenderles la mano, ofrecerles el perdón del Padre es el camino de Jesús y el que nos propone a quienes somos sus discípulos.

Las primaveras pasan y la juventud también, pero algunas decisiones nos marcan para siempre. Nos hacen incluso atravesar las puertas de la muerte y nos introducen en las “moradas eternas”.

Pensando en los chicos que este fin de semana celebran la primavera, pido para ellos que Cristo Salvador salga a su encuentro, los convenza con su verdad y los entusiasme con su propuesta de vida.

Buen domingo.

La Cruz

Domingo 14 de septiembre de 2025, Fiesta de la Exaltación de la Cruz: Juan 3, 13-17

“Debemos gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo: en Él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección; por Él hemos sido salvados y redimidos.” (Gal 6, 14).

Cuando santa Elena encontró en Jerusalén la “vera cruz”, se cuenta que tocaron con ella a un muerto y este revivió. Leyenda o no, este relato piadoso expresa de forma contundente la fe cristiana: la cruz salva.

Ante la cruz podemos sentir rechazo y miedo, pero también inquietud. Es comprensible: el Crucificado atrae, intriga y seduce… y suscita la fe. Como lo vio el profeta: “sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas” (Is 53, 2), Jesús crucificado es, sin embargo, “el más hermoso de los hombres” (Salmo 44, 3).

En el Gólgota ha ocurrido algo que ha cambiado para siempre la historia humana: el sacrificio del Hijo de Dios, el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo.

Como escuchamos hoy: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único…” (Jn 3, 16). Solo ante el Amor crucificado podemos decir: Amén, creo en Vos, Señor.

Mirá al Crucificado, y dejate mirar por Él.

Buen domingo.