«La Voz de San Justo», domingo 29 de septiembre de 2024
“Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros». Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros […]»” (Mc 9, 38-40).
El evangelio de san Marcos no es indulgente con los discípulos de Jesús. El domingo pasado nos los mostraba peleándose por establecer quien de ellos era el más importante. Hoy los vemos reclamando la exclusividad, como si Jesús y su misión fueran una propiedad privada de ellos y de nadie más.
Jesús, con infinita paciencia, les explica que, para él, las cosas van en la dirección contraria: el que quiera ser primero, que busque el último lugar y se haga servidor de todos. El evangelio es para todos: el que lo recibe debe estar siempre dispuesto a comunicarlo o, como en este caso, a dejar que circule libremente.
Una encrucijada parecida vivimos hoy en las comunidades cristianas. Siempre está la tentación de encerrarnos en nosotros mismos. El Evangelio, por el contrario, nos desafía a abrir puertas y ventanas, a salir de todos nuestros encierros y a saber reconocer que el Espíritu de Jesús circula libremente, tocando los corazones y llevando vida a todos.
Jesús siempre ensancha el horizonte de nuestra mirada. Con él vemos más lejos y más hondo. Vemos con los ojos de Dios y como Él mira nuestro mundo.