¿Cómo ovejas sin pastor?

«La Voz de San Justo», domingo 21 de julio de 2024

“Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.” (Mc 6, 34).

Para la Biblia, el “pastor” es todo aquel al que Dios le ha confiado su pueblo para que lo guíe en su nombre: el rey y los sacerdotes, por ejemplo. Hoy diríamos: un dirigente. Como dice la primera lectura, siempre hubo malos pastores que buscan sus propios intereses, no el de Dios que es el bien del pueblo. Y a eso apunta la expresión: “como ovejas sin pastor”. 

También hoy, en la sociedad y en la comunidad eclesial hacemos la triste experiencia de liderazgos así. Sin embargo, la misma Escritura nos abre algunas perspectivas para ver mejor las cosas.

Es la experiencia del orante, con el que rezamos este domingo: “El Señor es mi pastor… me conduce a las aguas tranquilas… aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo…” (Salmo 23).

Levantemos la mirada: en todos los campos de la vida -en la fe y también en el mundo- no nos faltan buenos pastores. Hay muchos hombres y mujeres buenos, justos, solidarios, responsables. Imperfectos y limitados, sí; pero, perseverantes en ser artesanos de bondad.

No nos faltan los buenos pastores, porque no nos falta el buen Pastor: Jesucristo.

Él sigue ahí, resucitado, vivo y presente. Ahí sigue también su compasión. Aquí, entre nosotros, sigue deteniéndose largamente para hablarnos de su Padre, de su misericordia y de su compasión.

Sigue soplando sobre nosotros su Espíritu para que nuestra vida sea plena y nos ajustemos a sus caminos. Sigue acompañándonos para que lleguemos a las verdes praderas de la vida eterna.

Abrinos los ojos, Buen Pastor, para que te reconozcamos, vivo y presente, entre nosotros. Amén.

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