«La Voz de San Justo», domingo 19 de mayo de 2024 – Solemnidad de Pentecostés

“Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes».” (Jn 16, 13-16).
En el cuarto evangelio, la palabra “verdad” indica una Persona, más que una idea o un sistema de pensamiento. Jesús es la Verdad, porque solo Él ha traído a Dios al mundo, mostrando su verdadero rostro.
No se trata de un hecho del pasado que traer a la memoria o el fruto de una investigación arqueológica. Es una Persona real que habla, se muestra e interpela, aquí y ahora. La misión del Espíritu “de la Verdad”, como lo llama Jesús, es precisamente hacerlo presente en la vida de las personas para que se conviertan en sus discípulos.
Por eso, un aspecto fundamental de esa misión es hacer que la comunidad de discípulos -la Iglesia- vaya entrando más y más en esta Verdad.
Pero ¿cómo se entra en relación con esa Verdad? El camino es una fe exquisitamente libre, a la vez personal y comunitaria. No se trata de un logro de nuestro ingenio, sino de una Verdad que nos conquista con su propia fuerza de atracción. La verdad en la que nos introduce el Espíritu es la que ha resplandecido, luminosa y humilde, en Pascua: el amor hasta el extremo.
“Ven a nosotros, Espíritu Santo. Que nuestra Iglesia sea espacio de libertad para que podamos dar una gozosa respuesta personal al Dios amor que Jesús ha traído al mundo. Amén”