Meditación para este 2 de noviembre de 2023: conmemoración de los fieles difuntos

Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó:
de la misma manera,
Dios llevará con Jesús a los que murieron con él.
1 Tes 4, 14
En Jesucristo brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección;
y así, a quienes la certeza de morir nos entristece,
nos consuela la promesa de la futura inmortalidad.
Porque para los que creemos en ti,
la vida no termina, sino que se transforma,
y al deshacerse esta morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo.
Prefacio I de Difuntos
No sé si podás ir al cementerio o a la Misa de tu parroquia este 2 de noviembre. Tal vez siga el mal tiempo. Sin embargo, en tu casa o en el trabajo sí que vas a poder tener un recuerdo de tus seres queridos difuntos. El “lugar” de ese recuerdo es el corazón. Y el “clima” es el de la fe en Cristo que alumbra la esperanza y transfigura por la caridad.
Tal vez, ese recuerdo vuelva a reavivar el dolor de la ausencia. Pienso que es bueno dejar que la evocación de aquellos rostros, sus voces, sus risas y sus lágrimas, sus gestos y tantas cosas que se compartieron vuelva a hacernos un nudo en la garganta.
Los hemos amado y nos han amado a nosotros, con nombre y apellido. Los hilos de sus vidas se entrecruzaron con los de las nuestras; y esa urdimbre se rompió y no podemos dejar de percibirlo.
Pero volvamos al clima teologal de la fe esperanzada: somos hombres y mujeres de fe. Ella nos abre los ojos del corazón y nos permite reconocer al Señor. Él es el que viene de vencer la muerte, está en medio de esa urdimbre de vínculos, historias y rostros que es nuestra vida. Es el Resucitado que, desde su encarnación y su pascua, es inseparable de la vida de sus discípulos y de todo hombre y mujer que viene a este mundo.
Y Él nos sigue diciendo a nosotros, como un día a Marta de Betania: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Jn 11, 25-26).
Recordando a los que ya no están con nosotros, pero -así lo esperamos- están con Él, nosotros le decimos al Señor: “Sí, Señor. Creo que Vos sos la resurrección y la vida. Amén”.
“Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz que no tiene fin.
Que todos nuestros fieles difuntos,
por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
Amén”