Evangelio sin glosa

«La Voz de San Justo», domingo 3 de septiembre de 2023

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt 16, 24-26).

Mientras se publica esta columna, un grupo de jóvenes está realizando la 34 peregrinación al Santuario de la Virgencita. Este año, con el lema: “Ahora, con María, anunciamos a Jesús”.

En la Misa en el Santuario tendré que predicar sobre este evangelio. ¿Cómo decirles a esos jóvenes peregrinos que ser discípulos de Jesús es “perder la vida para encontrarla”?

Se pueden buscar bellas metáforas o sesudas reflexiones, etc.; sin embargo, como diría aquel joven de Asís llamado Francisco: el evangelio tiene que ser predicado y, sobre todo, vivido “sine glosa”, es decir, sin comentarios que agüen el buen vino de Jesús.

Lo mejor que le puede pasar a un joven es confrontarse con Jesús, tal como él mismo se presenta e invita a su seguimiento, sin rebajar nada de sus exigencias, de sus imperativos y de sus riesgos. Es el “Jesús del madero”, tanto como aquel “que anduvo en la mar”.

El predicador corre con ventaja: si un joven se puso en camino, aunque mínimamente atraído por Jesús, ya posee la condición suficiente para sintonizar con esa provocativa invitación a seguirlo cargando la cruz y dispuesto perder el mundo para ganar la vida.

“Señor Jesús: que te conozca como querés ser conocido. Y así te dé a conocer. Que te siga, como vos querés ser seguido. Amén”

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