Desproporción

«La Voz de San Justo», domingo 16 de junio de 2024

“Jesús decía a la multitud: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».” (Mc 4, 26-29).

Esta es la primera de dos parábolas de Jesús que escuchamos este domingo. La segunda es la del grano de mostaza, pequeño cuando es sembrado, pero que llega a ser una planta que da cobijo a los pájaros del cielo.

Una doble desproporción: entre la acción del hombre que siembra y el crecimiento que termina en grano abundante para la cosecha; entre la pequeñez del grano y el resultado final. Así -dice Jesús- es la acción de Dios en el mundo: siempre desproporcionada a nuestra propia acción, a nuestras intenciones y posibilidades.

Para quien siente la cosquilla interior de la fe, de estas parábolas se siguen al menos dos consecuencias: ante todo, la confianza en la acción divina, pues estamos en buenas manos; en segundo lugar, no desdeñar los medios pobres, las acciones aparentemente deslucidas, la pequeñez de lo cotidiano.

“El diablo está en los detalles”, reza el dicho popular. Corrijámoslo: el que está en los detalles más humanos -los que nos hacen crecer- es el Dios bueno, Padre de los pobres y pecadores, el que se hizo pequeño por nosotros.

Un Padre que sabe sembrar y esperar, sabio para apreciar lo pequeño y animar el crecimiento. Un bonito ejemplo para imitar. Rezamos por todos los papás, vivos y difuntos. Amén.

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