Domingo 7 de diciembre de 2025, IIº de Adviento: Mateo 3, 1-12

En este segundo domingo de Adviento, nos sale al paso Juan el Bautista. Su figura es inquietante: vestido con piel de camello, alimentándose de lo que ofrece el desierto.
Su palabra no es menos áspera que su vestimenta. A fariseos y saduceos les dice en la cara: “Raza de víboras… produzcan el fruto de una sincera conversión”. Es probable que no fuera más suave con nosotros.
Sin embargo, el centro de su mensaje no es el reproche, sino la esperanza en Aquel que viene: “Yo los bautizo con agua… pero Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”.
Aquí radica la diferencia: Juan, con su agua, puede lavarnos por fuera e invitarnos a cambiar; pero solo Jesús, con su fuego, puede transformarnos por dentro.
Jesús es ese fuego de Dios que se acerca. Él trae la “horquilla” del juicio para separar en nuestra vida el trigo de la paja, lo que vale de lo que sobra. El Espíritu Santo es la llama que no destruye, sino que purifica y enciende.
Caminemos hacia ese “incendio”.
Buen domingo.
Bendecido Adviento.