La fuente de la vida

«La Voz de San Justo», domingo 3 de noviembre de 2024

“El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.” (Mc 12, 32-34). 

El escriba acierta, y Jesús lo reconoce: el amor a Dios y al prójimo resumen toda la ley y “valen más” que todo el culto del templo. 

El pasado 24 de octubre, el papa Francisco publicó la encíclica Dilexit nos sobre “el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo”. Sus dos últimos capítulos bien valen como comentario al evangelio de este domingo: la vida cristiana brota del manantial del amor de Cristo, da de beber y desborda hacia los demás. 

El desafío de la Iglesia hoy no pasa por mejorar su organización, la distribución del poder o su comunicación. Cosas importantes, pero relativas y secundarias. El desafío -en realidad la misión que le encomendara su Señor- es facilitar que todos los sedientos beban del agua viva que Jesucristo ha traído al mundo. 

Al respecto, Francisco cita a san Ambrosio: “Bebe a Cristo porque él es la roca que derrama agua. Bebe a Cristo porque él es la fuente de la vida. Bebe a Cristo porque él es el río cuya fuerza alegra a la ciudad de Dios. Bebe a Cristo porque él es la paz. Bebe a Cristo, porque de su seno fluye agua viva” (cf. DN 102).

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