«La Voz de San Justo», domingo 13 de octubre de 2024

“Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»…” (Mc 10, 17).
El diálogo se volverá intenso cuando Jesús proponga a este hombre dejarlo todo y seguirlo. “Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.” (Mc 10, 22).
El Evangelio no lo dice, pero tiendo a pensar que la cosa no terminó ahí.
Apoyo mi esperanza en dos cosas que sí dice el relato. En primer lugar, en que las riquezas no habían secado del todo el alma de aquel hombre. Buscaba algo más: la “Vida eterna”. Y, por esa inquietud, se había acercado a Jesús.
En segundo lugar, lo más importante: “Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».” (Mc 10, 21). Quien ha sido alcanzado por semejante mirada no puede quedar sencillamente como llegó.
Aquí hay un sembrador experimentado, una excelente semilla y un terreno dispuesto. Y la semilla ha sido sembrada. Sólo hay que esperar que dé su fruto. Y, en paciencia, nadie le gana a este divino Sembrador.
Siempre es posible decir que no. Es verdad. Pero, también es cierto que no hay que dar por perdida la vida de nadie cuando se trata de Cristo, su llamada y la libertad de una persona.
Solo Dios sabe lo que acontece en ese inmenso campo de siembra que es el corazón humano. Y eso es muy esperanzador.