La casa, la barca y las redes

«La Voz de San Justo», domingo 21 de enero de 2024

“Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y con ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.” (Mc 1, 19-20).

El cardenal Carlos M. Martini decía que Marcos es el evangelio de los catecúmenos que están aprendiendo a ser discípulos. Cabe preguntarse: ¿no es esa la condición habitual de todos los cristianos? Somos siempre aprendices del Evangelio.

Escuchar este domingo a Jesús invitándonos a recibir el reinado de Dios con fe confiada y conversión es volver a la lección primera de aquel aprendizaje nunca acabado. “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1, 15) es regla pedagógica permanente. No hay encuentro auténtico con Jesús que no urja a dar frutos concretos de conversión. 

Jesús interpela, pone en crisis, urge a cambiar pensamientos, sentimientos y conducta. Jesús es una revolución permanente para quien se ha dejado alcanzar por él y su Evangelio.

Sus primeros discípulos -Andrés y Simón Pedro, Santiago y Juan- lo vivieron en carne propia: desafiados a seguirlo, inmediatamente dejaron todo y se hicieron sus compañeros de camino.

Dejar casa y trabajo, barca y redes; y ponerse a seguir a Jesús es aventura de vértigo. Atrae e intimida. Es desafío para nuestra libertad. La casa, la barca y las redes eran su mundo, sus seguridades sanas y legítimas… pero Jesús pasó y puso todo de cabeza. En su persona y en su propuesta intuyeron algo nuevo y mejor: en Él estaba la verdad de sus vidas.

“Señor Jesús: nos amenaza siempre el riesgo de instalarnos en la costumbre. Pasá por nuestras vidas y sacudí nuestro conformismo. Vencé nuestros miedos con tu llamada misionera. Amén.”

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