«La Voz de San Justo», domingo 15 de mayo de 2022

“Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto […]»” (Jn 13, 31-32).
Los tres paneles del presbiterio de nuestra catedral son magníficos. A la izquierda: la resurrección del Señor, con María Magdalena en oración. A la derecha: la ascensión ante la mirada de los apóstoles. Al centro: el Crucificado con un Francisco de Asís transfigurándose en el mismo Cristo.
Este colorido trasfondo es la expresión plástica de la gloria de la que nos habla Jesús. Es la explosión del amor divino, desbordante de luz y alegría. Ese amor luminoso se irradia sobre el mundo y lo transfigura. Como le ocurre a Francisco de Asís.
Con la traición de Judas comienza la Pasión. Desembocará en la Cruz. No es conclusión, sino inicio: la Vida se abre paso y, con ella, el Futuro. No es glorificación del sufrimiento, sino del amor más grande. La esperanza comienza así a echar raíces en los corazones.
“Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. […] En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.” (Jn 13, 34-35).
Cada generación cristiana tiene que volver a escuchar estas palabras y descubrir qué significa “amar como Jesús nos ha amado”. Damos gloria a Dios cuando vivimos el amor, al estilo de Jesús.
Oración breve: “Señor Jesús: volvemos a recibir de tus labios el mandamiento nuevo del amor. Vos nos has mostrado el amor más grande, el que viene de la Trinidad. Danos tu Espíritu para que te glorifiquemos viviendo el amor como Vos lo viviste: entregando la vida. Amén”.
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