La alegría de Dios

«La Voz de San Justo», domingo 27 de marzo de 2022

“Pero el padre le dijo: «Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»»” (Lc 15, 32).

Así concluye la parábola del “hijo pródigo”. Cuando Jesús quiere ir a fondo cuenta una parábola. Así nos habla de Dios, su Padre, y nos revela sus sentimientos. Un padre que espera, que ve desde lejos y se conmueve por el hijo que regresa golpeado por la vida. Y que, al recuperarlo, hace fiesta. Es la imagen de Dios que Jesús quiere que asimilemos.  

Dios sabe de alegrías, y de una de las más puras: las de un papá o una mamá que recupera al hijo perdido. Pero, por lo mismo, Dios sabe -de una manera misteriosa- de dolores, angustias y pesares. El dolor de una madre por su hijo desaparecido. La angustia de un papá que no sabe cómo arrancar a su hijo o hija de las garras de la adicción. El pesar de los papás que saben de su hijo en una guerra, a merced de las balas que dispara el odio. Triste realidad de nuestros días.

Este cuarto domingo de Cuaresma, invitados a experimentar la alegría de Dios, sintámonos también desafiados a hacer nuestros los sentimientos que estrujan el corazón de tantos padres y madres atravesados por el dolor de sus hijos perdidos. Es también el dolor de Dios. Solo si los hacemos nuestros podremos asimilar la alegría de Dios.

“Padre: sabemos de tus alegrías. Jesús nos lo ha contado. Pero también de tus dolores: ver sufrir a tus hijos e hijas. Danos tu Espíritu para ser como vos: un padre que espera, cura, consuela y hace fiesta. Amén.”