«La Voz de San Justo», domingo 20 de marzo de 2022

“Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: «Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?» Pero él respondió: «Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás.»»” (Lc 13, 6-9).
En el colorido lenguaje de la Biblia, la higuera simboliza al pueblo de Israel. Dios ha preparado la tierra, la ha plantado y, en el momento oportuno, busca sus frutos. Este “Dios agricultor o viñador” es una imagen muy bella. Deja entrever una honda experiencia religiosa. La higuera estéril o con frutos amargos, por el contrario, muestra el peligro siempre acechante de no corresponder a este amor primero de Dios.
En la parábola que Jesús cuenta este domingo convergen las dos experiencias. Por una parte, Jesús invita a estar atentos, a no dejarse ganar por una falsa seguridad religiosa y a disponerse siempre a la conversión. Por otra, siempre está abierta la puerta a la esperanza. La parábola juega con los números: tres años más uno. Es una hermosa profecía de la resurrección: Dios siempre dará fecundidad, al “tercer día” la vida irrumpirá.
“Señor: vení a trabajar el campo de mi vida. Está disponible, pero también es agreste y resistente. Pero tu divina paciencia nos provee del recurso más eficaz para darle fecundidad: la pascua de tu Hijo que trae, como lluvia que riega desde arriba, tu Santo Espíritu. Él es también la vitalidad que fertiliza desde dentro la tierra de nuestros corazones indómitos. Una vez más, en este camino cuaresmal, suplicamos la conversión. Amén”.
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