Homilía en la Misa de Nochebuena 2021 en la catedral de San Francisco

¡Muy feliz Navidad para todos!
Queridos hermanos y hermanas:
Una palabra para resumir lo que estamos celebrando: CERCANÍA.
Sí. Dios se nos ha hecho cercano. Ha buscado esa cercanía.
En Dios no hay sombra de necesidad. Todo en Él surge del amor que es su esencia.
Él se nos acerca porque así es Él.
Acojamos esa cercanía. Dejémonos sorprender por ella. Llenémonos de estupor, porque es la cercanía del Eterno, del Inmenso y Todopoderoso… y nosotros somos los efímeros, los caducos y pequeños.
Ha venido a buscarnos, a sanarnos y salvarnos.
Y nos sana precisamente así: haciéndose cercano a nosotros, buscando nuestra compañía, nuestra proximidad y nuestra vecindad.
Y eso lo hace vulnerable, porque lo que nos es más cercano puede también llegar a ser lo más olvidado, incluso lo más despreciado y ninguneado.
En este día santo de Navidad que la cercanía de nuestro buen Dios nos conmueva profundamente.
Por eso, seamos niños otra vez. No tengamos miedo a dejar surgir de nuestro corazón esa infancia inocente, ingenua y curiosa.
Al Dios hecho niño se lo acoge con corazón de niños.
Ese chico recién nacido es Dios con nosotros. Seamos buenos chicos y chicas y abrámosle las puertas de nuestras vidas.
Insisto: ¡no temamos! No vamos a perder nada. Vamos a ganarlo todo.
***
Pero CERCANÍA debe ser también la palabra que defina esa Navidad cotidiana que es nuestra vida y, sobre todo, nuestra actitud hacia nuestros semejantes, nuestros próximos.
Cercanía real, concreta y visible con los más débiles: los ancianos, los niños, los enfermos y olvidados.
Cercanía con los que purgan sus delitos en nuestras cárceles, con los que nunca van a recuperarse de sus heridas más profundas, con los que no tiene cómo devolvernos lo que les damos.
Cercanía con los que nos desprecian, difaman y nos vituperan.
Cercanía con los desesperados, tristes y solos.
Cercanía con los pobres que caminan entre nosotros, que duermen en nuestras aceras, que sobreviven en nuestras calles.
***
Queridos hermanos y hermanas:
Que nos gane el estupor por este Dios que nos ha buscado de la forma que hoy nos lo grita el Evangelio: haciéndose niño y naciendo en una cueva de animales.
Y que nos convierta el corazón, dándonos la gracia de hacernos también nosotros cercanos a nuestros hermanos.
¡Feliz Navidad para todos!
Amén.
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