«La Voz de San Justo», domingo 17 de octubre de 2021

“¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré? «Podemos», le respondieron…” (Mc 10, 38-39).
Santiago y Juan eran entonces como nosotros ahora: sinceros pero inmaduros. Jesús les había conquistado el corazón. Con él habían emprendido el camino del anuncio del Reino. Lo acompañan desde la primera hora, cuando el “Sígueme” del Señor a orillas del lago los hizo dejarlo todo.
Pero son inmaduros. Están -como nosotros- desbalanceados: todavía demasiado ensimismados y centrados sobre ellos mismos. Y, ese desbalance, a ellos como a nosotros, los ciega para ver la realidad. Jesús los irá transformando de a poco. Cambiará su deseo inmoderado de poder y prestigio por un amor humilde, entregado, generoso. Libre.
Hoy los provoca: ¿Beberán conmigo el cáliz? No otro, sino el cáliz de Jesús. Y el amor y la generosidad toman la delantera, pasando por arriba del deseo de poder: ¡Podemos!, responden.
Con nosotros, Jesús aplica la misma pedagogía de amor: nos conquista el corazón, comparte con nosotros la vida (eso significa, entre otras cosas: “beber del mismo cáliz”) y, poco a poco, nos va cambiando por dentro.
La meta es ser como él: servidores que entregan la vida. “Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10, 45).
El Evangelio, escuchado con fe, una vez más, inspira nuestra plegaria. Recemos así: “También nosotros, Señor Jesús, como Santiago y Juan, tenemos una fe débil e inmadura, demasiado centrada en nosotros. Por eso, te suplicamos que, como a ellos, también a nosotros no dejés de purificarnos con tu Palabra. Que podamos beber tu cáliz, compartir tu destino de servicio hasta la entrega de la vida, para ocupar nuestro lugar en el Reino de Dios. Amén.”
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