«La Voz de San Justo», domingo 10 de enero de 2021

“En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.” (Mc 1, 9).
Con estas palabras, el evangelista San Marcos introduce al personaje central de su Evangelio: Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. Él, en persona, es la Buena Noticia de Dios que comenzará a resonar en la Galilea, después de su bautismo. Jesús se pone en la fila de los que esperan el bautismo de Juan. Él, que es el Inocente, se hace uno con los pecadores.
Una más, sin embargo, único, como lo hará saber la voz del cielo, la voz del Padre: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Mc 1, 11).
Detengámonos aquí para contemplar este misterio que nos refiere el relato sencillo pero profundo de San Marcos: Jesús busca estar entre los pecadores, haciéndose solidario con ellos, se involucra e inmiscuye con toda la fragilidad y pobreza humanas. No tiene falsos temores ni pretensiones de pureza para mantenerse alejado. Lo veremos, paso a paso, en todo el relato de Marcos: Jesús asumirá la figura del Mesías humilde y, al llegar a Jerusalén, humillado hasta la muerte. Jesús va en búsqueda de los pobres, de los pecadores, de los desheredados.
Pero, justamente en medio de ellos, Jesús está en la más profunda comunión con su Padre, y el Padre está con Él y, por medio de Él, también en medio de la humanidad herida. Esta es la Buena Noticia que Jesús trae al mundo: trae a Dios como Padre, lleno de misericordia y ternura.
Señor Jesús, así nos gusta verte: en medio de nosotros, tus hermanos y hermanas, entre los pobres y enfermos, uno más y, sin embargo, único. Tú eres el Señor de la Vida, el Santo e Inocente que, sumergiéndote en toda la oscuridad de nuestra historia humana, llevas al corazón del mundo la fuerza creadora y sanadora del Padre. Tus hermanos y hermanas pecadores te recibimos con alegría y te pedimos: ¡Señor, ten compasión de nosotros! Amén.
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