Encomienda de los jóvenes de la diócesis de San Francisco a la Virgencita

Domingo 6 de setiembre de 2020 – 31 Peregrinación Juvenil

Madre dulcísima de Concepción: ¡Sé nuestro amparo y protección!

Al concluir esta 31ª Peregrinación Juvenil venimos ante tu querida imagen para encomendarte la Iglesia joven de San Francisco, a los chicos y chicas de nuestros pueblos y ciudades.

Ponemos entre tus manos la vida de cada uno de ellos, sus sueños, ilusiones y proyectos.

En este tiempo de incertidumbre, te suplicamos que cuidés la esperanza y la alegría en sus corazones.

Que sientan así tu presencia de madre, catequista y maestra espiritual.

Compartí con ellos tu docilidad al Espíritu, tu confianza en el Padre y tu amor por Jesús, tu amado Hijo.

Enseñales a contemplar, como vos y con vos, el Evangelio.

Como a los de Caná, repetiles, una y otra vez, señalando a Jesús: ¡Hagan todo lo que Él les diga!

Que aprendan de vos las virtudes que hacen bella la vida; ante todo, la fe, la esperanza y la caridad; pero también la generosidad, la fortaleza interior y la capacidad de servicio. De manera especial, te pedimos para ellos tu mismo ardor misionero, para que sean servidores de la Alegría del Evangelio para los propios jóvenes.

Cada año, vos los esperás en esta, tu casa, cuando ellos se ponen en camino como peregrinos y devotos.

Aquí los reunís y colmás sus jóvenes vidas con el gozo del Evangelio que desborda de tu propio corazón de discípula.

Este año, limitados por la emergencia sanitaria, no han podido ponerse en camino.

Sin embargo, sabemos que vos estás, hoy y siempre, caminando con ellos por los senderos que transitan.

Incluso que sabés hacerte presente cuando sus pies los llevan por caminos de oscuridad y desesperanza.

Estás especialmente allí, como madre coraje, que, porque ama, defiende, protege y pelea por la vida de sus hijos e hijas.

A nosotros, los adultos, danos, Madre y Virgen, tu misma pasión evangelizadora, para que seamos testigos creíbles de la verdad y de la justicia. Que podamos legarles una Patria de hermanos, un mundo más humano y una casa común bella y habitable para todos.

Madre dulcísima de Concepción: ¡Sé nuestro amparo y protección!

Amén.