
Estamos viviendo horas decisivas para toda la humanidad.
Dios está acompañándonos y sosteniéndonos con su gracia.
Pero, como siempre, interpela a nuestra libertad y trabaja para que seamos nosotros los que tomemos la vida en nuestras manos.
Nadie como Él aprecia y cuida nuestra frágil libertad. Es el territorio donde muestra su más alta pericia de Creador y Salvador.
Su gracia crea, sostiene y consuma la libertad de su criatura, el hombre.
Esa libertad dignifica y abre esperanza para el futuro.
Tenemos que animarnos, unos a otros. Algunos comienzan a cansarse, sobrepasados y desbordados por los desafíos que se multiplican.
También están los que, con una vileza que siempre aparece en situaciones similares, pretenden sacar tajada, manipulan, calumnian y buscan llevar agua a su propio molino.
Esa vileza indigna y nos hace entrar en efervescencia. Pero no podemos perder el tiempo en ellos, ni gastar preciosas energías que son necesarias para cuidar la vida.
El hombre vil y pendenciero, que disfraza de verdad su propia mentira, tendrá su recompensa.
Solo nos resta una plegaria por sus vidas, por su conversión a Dios o, al menos, por una recuperación de la humanidad perdida.
Pero están los que, incluso venciendo sus miedos y perplejidades, se ponen la humanidad al hombro, cada uno desde su lugar, sabiendo que lo que uno no haga no será suplido por nadie.
Son los que llevan la historia adelante.
De algunos vamos conociendo sus nombres. Otros quedarán resguardados por un solemne silencio.
Unos y otros son conocidos por el Dios amigo de la vida. Y Él les dará la recompensa que merecen.
Vamos a salir adelante. Seguramente pagaremos un alto precio. Tendremos que llorar, cansarnos y levantar nuestras miradas ansiosas al cielo. Pero -no lo dudemos- vamos a recuperar la alegría del reencuentro, del abrazo y de la celebración compartida.
Se está acercando la Pascua. La estamos sintiendo en nuestros cuerpos y almas. Ya comienza a brillas la luz que vence las tinieblas.
Es Cristo resucitado, el Hombre Nuevo y Definitivo.
Es el alba que comienza a bañarnos con su luz.
Amén.
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