Anunciamos a Cristo

Amigos y hermanos cristianos, católicos o no católicos:

Porque somos discípulos de Cristo no podemos desentendernos del bien común de la sociedad de la que somos parte y a la que amamos.

No nos resulta indiferente la suerte de los pobres, los descartados y vulnerables. Son sacramento de Cristo…

Por eso, descenderemos al ruedo del debate público, todas las veces que sea necesario. Haremos oír nuestra voz con claridad, con caridad y mansedumbre. Toda causa justa y noble nos puede contar de su parte.

Engendrados por la Palabra que se hizo hombre, siempre estaremos del lado del diálogo y la búsqueda compartida de la verdad, tenga ésta el rostro que sea.

Como Jesús,nuestro Maestro, a las injurias e insultos responderemos con la voluntad férrea de permanecer amigos y hermanos.

Pero, si se legislan leyes injustas, contrarias a la dignidad humana y al sueño del Creador, incluso con la aprobación de las mayorías, no dejaremos de anunciar a Cristo, de gritar su Evangelio, de ofrecer a todos su luminoso proyecto de humanidad.

Esa es y será siempre la misión fundamental de la Iglesia: con el testimonio de vida y la humildad de la palabra anunciar el Evangelio para que se despierte la fe que obra por el amor.

El Evangelio viene del corazón del Padre, tiene el rostro bello de Jesucristo y el perfume del Espíritu Santo.

Su destinatario es preciso y precioso: la sed de verdad, de bondad y de belleza que está en el alma de todo ser humano. Sed de Dios al que siempre busca, aunque sea por senderos equivocados.

Cristo convence.
Su verdad es siempre actual.