La felicidad de Bernardita es de otro mundo

Mi columna el programa «Palabras del Reino» de Radio Estación FM 102.5

La felicidad de Bernardita es de otro mundo

En definitiva, Bernardette Soubirous siempre fue feliz. Muy feliz. Y eso, a pesar de las privaciones e infortunios de su familia.

Eran pobres, con un papá sin trabajo y, como tantas otras familias pobres de su pueblo y de su tiempo, marcados por diversos sufrimientos y enfermedades.

Pero, Bernardita era feliz. Se siente amada por sus padres y hermanos.

Y ese amor no solo no desaparecerá, sino que, después de la experiencia extraordinaria de haber sido visitada por la madre de Dios, esa felicidad se acrecentará y le dará a su vida un tono de bienaventuranza que la acompañará hasta el final de su vida mortal.

¿Qué sentido tiene entonces estas palabras que la Virgen le dirige: “No le prometo hacerle feliz en este mundo, sino en el otro”?

No pensemos solo en la bienaventuranza definitiva solo se alcanza en el cielo. Tampoco en que, en esta vida mortal, Bernardita -como tantos otros- tuvo que pasar por diversas formas de prueba y sufrimientos.

El sentido es otro: aquí, en este mundo concreto y real en el que transcurre nuestra vida, también marcado por injusticias y dolores, ya aquí está despuntando el otro mundo, aquel que alcanza su plenitud en el cielo: es el mundo transfigurado por el amor de Dios que conquista los corazones y, ya ahora, en medio de límites, comienza a despuntar con toda su luz y su consuelo.

Por eso, Lourdes quiere decir: cercanía a los que sufren, compasión y servicio a los enfermos y postrados.

Son esos gestos de amor y de servicio los que hacen despuntar, aquí y ahora, el Reino de Dios que será nuestro gozo definitivo en el cielo.

No. La maldad, la violencia y la corrupción no tienen la última palabra, aunque, en ocasiones, su poder aparezca abrumador.

El “otro mundo” -el del Dios amor, el de la compasión de Cristo y el de la suavidad del Espíritu- está realmente presente en nuestro mundo, crece silenciosa pero firmemente y… en definitiva es el mundo verdadero.

¿Y si vos y yo nos sumamos a ese mundo?