Celebrar la Independencia

«La Voz de San Justo», domingo 7 de julio de 2019

“Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”, sentencia Jesús en el Evangelio según San Juan (8, 32).

Me he preguntado varias veces en estos días, qué significa conmemorar la independencia. ¿Sólo un recuerdo festivo? ¿No es, sobre todo, elegir de nuevo ser libres? Libertad e independencia son tareas nunca acabadas. Suponen una mística que moviliza energías espirituales con las que, día a día, no solo tomamos decisiones, sino que definimos qué tipo de personas queremos ser y qué mundo queremos edificar.

Dos hechos me han hecho pensar. Unos dichos del dirigente social Juan Grabois, sacados deliberadamente de contexto, dieron pie a una crítica demoledora de su persona y, por elevación, de su militancia política y social. Con pocos días de diferencia, la viralización de un video de la ministra Patricia Bullrich, trucado para ridiculizarla, hizo las delicias de muchos que, obviamente, son críticos de su gestión.

Ambos hechos nos revelan con cuanta liviandad se secuestra hoy la verdad. Se miente, se difama, se calumnia y se caricaturiza a las personas con el fin de hacerlas objeto de escarnio. Y la verdad secuestrada no es una abstracta teoría filosófica. Es la verdad sobre la que se edifica la convivencia social: la dignidad de cada ser humano, tan concreto y visible como frágil. El precio que se paga por semejante operación es demasiado alto.

Podríamos excusarnos diciendo que estamos en un año electoral y, para retener o conseguir el poder, todo vale. ¿Realmente es así? ¿Todo vale? ¿Lo aceptamos con resignación o lo hemos ya asumido como una forma de encarar la vida?

Sin embargo, pienso que para muchos no da lo mismo. Su conciencia no les consiente semejante postura. Allí, en la conciencia, la verdad se hace transparente en toda su majestad. Allí escuchamos el imperativo más fuerte: haz el bien y evita el mal; todo hombre es tu hermano; trata a los demás como quieres ser tratado tú mismo.

En ocasiones, vivir así supone una valentía casi heroica, especialmente en estos tiempos de corrección política: la de abrirse a una verdad que se impone, no coaccionándonos desde fuera, sino con la suave fuerza de su propia luz. Por eso, quien obedece a la propia conciencia, aún sabiendo que esa obediencia le reportará graves perjuicios, experimenta, por lo mismo, una de las formas más altas de libertad: la de quien sabe que está haciendo lo justo.

Aquel martes 9 de julio de 1816, los representantes de las “Provincias unidas en Sud América” declararon y juraron la independencia, poniendo como garantía “sus vidas haberes y fama”.

Pienso que este martes 9 de julio de 2019, los que hoy habitamos este maravilloso suelo sudamericano que es Argentina, podríamos “declarar la independencia” en ese recinto sagrado que es nuestra conciencia. Ser libres para que nos habite la verdad, sobre todo, la que nos orienta hacia el respeto de nuestros semejantes.

Con el lenguaje de la poesía y la música: Honrar la Vida