«Conviértete y cree
en el Evangelio»
Miércoles de Ceniza – Homilía del obispo Sergio O. Buenanueva en la catedral de San Francisco
Iniciamos la Cuaresma: tiempo para una saludable conversión.
Pidamos la gracia de la penitencia interior, un corazón quebrantado que deje obrar al Espíritu.
Obedeciendo a la palabra del Señor, la Iglesia nos invita a la oración, el ayuno y la limosna.
Tres gestos penitenciales. Un mismo camino de conversión.
La oración es penitencial porque pone en el centro la escucha del Señor y su Palabra. No a nosotros. Escucharlo a Él, no a mí.
El ayuno como privación voluntaria del alimento que nos permita sentir que, sin Él, no podemos nada, nos hace libres frentes la sugestión del consumismo y nos predispone para una vida más humana (menos es más).
La limosna que nos abre a las necesidades concretas de nuestros hermanos más pobres nos arranca de la cárcel de nuestro egoísmo y nos pone en sintonía con los sentimientos de Dios.
La Iglesia entra en el camino cuaresmal mientras vive un intenso y doloroso tiempo de purificación. Apresuremos el paso. No miremos la paja en el ojo ajeno. Prestemos atención a la viga que nos enceguece.
Dejemos crecer la humildad desde la humillación y abrámonos así a la acción del Espíritu que quebranta nuestro corazón y nos da un espíritu nuevo.
“Conviértete y cree en el Evangelio”…
Sobre nuestras cabezas va a ser dibujada una cruz con el polvo de las cenizas que ha recibido la bendición agua.
Un signo exterior de una gracia interior: el amor de Cristo derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo.
A María, madre y maestra espiritual, le confiamos este camino cuaresmal.
De su mano lleguemos a la Vigilia Pascual con un corazón purificado, humilde y abierto a la Vida que Cristo resucitado nos ofrece.
Amén.