https://youtu.be/-2Uyk7G7PeM
Carta Pastoral del Obispo Sergio O. Buenanueva
San Francisco, 11 de noviembre de 2018
A los fieles católicos de la Diócesis de San Francisco.
Queridos hermanos y amigos:
¡Paz y Bien para todos!
Los obispos argentinos acabamos de concluir nuestra última reunión del año: la 116ª Asamblea Plenaria.
Como siempre, hemos abordado varios temas de la vida de nuestra Iglesia y de nuestro querido país.
Quiero decirles, ante todo, que ha sido un momento muy intenso de fraternidad, oración y discernimiento. Le doy gracias a Dios por ello.
Entre los muchos temas que hemos abordado, uno ha concitado la atención de los medios de comunicación, incluso antes de que empezáramos. Se trata del diálogo que venimos teniendo, desde la Conferencia Episcopal, con el Gobierno sobre los aportes del Estado Nacional al sostenimiento de la Iglesia que, cada año, forman parte del Presupuesto que aprueba el Congreso de la Nación.
Este año que se termina, como pocas veces, ha visto un fuerte debate sobre la legitimidad de esos fondos que el Estado destina a la Iglesia Católica.
En nuestra Asamblea, reservamos un tiempo generoso a este tema. Ante todo, para informarnos del estado actual del diálogo con el Gobierno. Abierto el intercambio, avanzamos en varios puntos, para terminar, tomando algunas decisiones importantes.
De esto quiero hablarles.
Ante todo, decirles que el diálogo que tuvimos los obispos ha sido muy bueno. Tuvimos que darnos tiempo, no solo para informarnos, sino también para ahondar una mirada evangélica sobre este tema.
En definitiva, de lo que se trata, es de discernir qué quiere el Señor de su Iglesia, aquí en Argentina con nuestra historia, logros, defectos y dificultades.
Esto ha sido realmente muy consolador: hemos escuchado al Señor que nos invita a la confianza, audacia y valentía del Evangelio. Nos sentimos gozosamente llamados a ser una Iglesia misionera, pobre y para los pobres. Nos hemos visto cálidamente urgidos a vivir a fondo la solidaridad, el compartir bienes, talentos, carismas.
Todo esto nos ha hecho mucho bien. Aquí, incorporo una reflexión muy personal. El único escrito que ha salido de nuestra Asamblea es la declaración: “Pascua riojana, alegría de toda la Iglesia”.
Es nuestra lectura creyente y de pastores de esa gracia que Dios nos está haciendo con la próxima beatificación de los cuatro mártires riojanos: el obispo Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longeville y el laico Wenceslao Pedernera.
Pienso que esa palabra fuerte de Dios que es siempre la entrega de los mártires, escuchada y rubricada solemnemente por la Iglesia, nos está indicando el camino a seguir.
Los mártires son siempre, en la diversidad de circunstancias concretas de su ofrenda sacrificial, testigos de la libertad de Cristo frente a los poderes del mundo. Ellos llevan hasta sus últimas consecuencias la potencia transformadora del primer mandamiento: solo Dios es el Señor, lo amarás con todo el corazón y sobre todas las cosas… Y al prójimo, como a vos mismo.
Estimulados por este ejemplo, hemos tomado algunas decisiones importantes, a saber:
- Ante todo, dar nuestra aprobación para que prosigan los diálogos con el Gobierno en orden a una progresiva disminución – hasta su desaparición – de este aporte del Estado a la Iglesia (el Presupuesto de Culto). El Gobierno nacional, por su parte se ha comprometido a desarrollar algunos instrumentos para facilitar que los fieles católicos puedan seguir aportando al sostenimiento de la Iglesia.
- Crear una Comisión Episcopal para pensar mejor, y de manera más integral, el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia en Argentina, atenta, especialmente, a desarrollar los instrumentos aptos para reemplazar el aporte del Estado que irá disminuyendo.
- En orden a esto, crear ya mismo un Fondo Solidario que vaya recogiendo el aporte de todos para suplir los recursos que hasta ahora han ido viniendo del Presupuesto de Culto. Algunas diócesis ya han declarado estar en condiciones de iniciar la formación de este Fondo. Otras nos iremos sumando en breve. Cada una según sus posibilidades.
Llegados a este punto surgen algunas preguntas importantes.
El Estado dejará esta forma – bastante anacrónica, por cierto – de aportar a la misión de la Iglesia. Podemos, sin embargo, preguntarnos: el Estado, en cualquiera de sus niveles, ¿puede desentenderse sin más de las actividades religiosas de los ciudadanos? La respuesta es clara: no, no puede. Es su deber interesarse activa y concretamente de todo lo que es un interés legítimo de los ciudadanos, sea en áreas culturales, artísticas, solidarias o deportivas. También en las religiosas. El Estado debe cuidar y promover los valores espirituales y éticos de los ciudadanos, pues, por sí mismo, no los puede generar, menos aún imponer.
Por eso no hablamos de una “renuncia”. Esta podría ser un gesto clamoroso pero, a la larga, injusto y nocivo. Los ciudadanos tenemos que ayudar al Estado a cumplir su misión de servicio a la sociedad y ciudadanos reales del país.
En segundo lugar, la pregunta que nos atañe a nosotros, los católicos. Más en concreto: a nosotros, católicos de la diócesis de San Francisco que vivimos nuestra fe y edificamos nuestras comunidades cristianas en una zona próspera de Córdoba y de Argentina. La formulo así: ¿No tendríamos que intensificar nuestra solidaridad, compartiendo con más generosidad lo que Dios nos ha regalado: recursos, carismas, tiempo y talentos?
El “genio piamontés” también se siente en nuestras parroquias y comunidades: por lo general, con finanzas ordenadas, sin lujos ni excesos, pero con necesidades básicamente satisfechas.
Obviamente, siempre tendremos que estar atentos a no dejarnos tomar por la “idolatría del dinero’, olvidando la cultura del trabajo, la responsabilidad social por el bien común y el valor de la producción por encima de la renta y la especulación; valores que hemos legado de nuestros mayores.
El Estado podrá seguir ayudando o no, lo cierto es que nuestra Iglesia seguirá dando lo mejor de sí al servicio del Evangelio y, de manera especial, de los más pobres. Como la viuda pobre y sus dos moneditas de cobre del Evangelio de este domingo.
Nosotros no podemos desentendernos de nuestros hermanos más necesitados. No podemos encerrarnos en nuestro bienestar. La vida de las Iglesias hermanas es también nuestra preocupación. Ya tenemos la formidable experiencia de “Más por Menos”. ¿No tendríamos que potenciarla? ¿Cómo contribuirá nuestra Iglesia diocesana al Fondo Solidario de la CEA?
La motivación que tenemos los cristianos para compartir nuestras vidas y bienes es la más alta: el amor de Cristo. Así lo hemos expresado también en nuestro Plan de Pastoral. Hemos aprendido a dar pasos en comunión y participación. Este capítulo reclama también un camino común de discernimiento y acción.
Gracias por su atención. Les confío estás reflexiones salidas del corazón. Ojalá puedan aprovechar y compartir lo que estas palabras del obispo suscitan en ustedes.
Le pido a la Virgen y a San Francisco que nos sigan bendiciones,
+ Sergio Buenanueva
Obispo de San Francisco
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