Vocación y vocaciones

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Jesús, llamado por el Padre, te llama…

«La Voz de San Justo», domingo 22 de abril de 2018

Este domingo, la Iglesia católica celebra la “Jornada mundial de oración por las vocaciones”, instituida por el Papa Pablo VI en 1964.

Eran los tiempos del Concilio Vaticano II y la mirada estaba puesta en las vocaciones sacerdotales y consagradas. Pocos años después, comenzaría una fuerte crisis de sacerdotes, religiosos y seminaristas que, por diversas razones, “colgaban sus hábitos”. Parecía entonces que, con más razón, había que centrarse en estas vocaciones.

Sin embargo, con el tiempo se ha ido dando un cambio de orientación. Sin dejar la preocupación por las vocaciones sacerdotales y consagradas, la mirada se ha ido ampliando. No solo curas y monjas, sino todo ser humano es llamado por Dios. El hombre es vocación y es misión.

Tenemos una vocación común – la santidad –, aunque por caminos diversos. Hay que orar y trabajar para que cada uno descubra el suyo.

Este año 2018, por ejemplo, el Papa Francisco ha dirigido un mensaje que tiene como tema: “Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor”. Los destinatarios son todos los católicos.

Con estas palabras, introduce el tema de su mensaje: “Esta es la buena noticia, que la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente con fuerza: no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina. En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad.”

Para un cristiano, la palabra “vocación” es un concepto fuerte. No indica solo una vaga idea: “para algo sirvo”. Menos aún: confundir vocación con aptitudes, gustos o habilidades. Ni siquiera identificar vocación con profesión. El ser humano es mucho más que todo eso. Es persona, no una función. Es vocación. Es misión.

Y esa vocación-misión viene de Dios. De ahí que la propuesta es ayudar a todos, especialmente a los jóvenes, a abrir la mente, el corazón y ampliar la mirada. Hay una palabra que está llegando desde fuera. Viene del corazón de Dios y está dirigida a cada uno. Al escucharla, reconocerla y vivirla a fondo podemos reconocer nuestra verdad.

No hay vocaciones mejores que otras. Todas proceden de la fantasía creadora de Dios. Cada una es una aventura de amor. Y de felicidad.

Eso sí: todas las vocaciones – así lo vemos los cristianos – tiene algo de la vocación del mismo Jesús. Todas se viven en la apertura a Dios, el don de sí y el servicio a los demás.

Cada vocación supone un camino, tan fatigoso como gratificante, que se retoma cada día. Porque, como alguien ha dicho: la vocación es siempre matutina. Cada día reclama nuestra libertad y nuestra disposición para buscar y transitar ese camino.

El que vive así es realmente pleno. Es lo que vemos en tantos hombres y mujeres. Han encontrado su lugar en el mundo, el sueño de Dios para ellos. No que tengan la vida resuelta. Solo que esa experiencia de la llamada de Dios es la brújula que siempre indica el norte de sus vidas.

¡Ojalá podamos experimentarlo también nosotros!