Los errores de Francisco

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La carta del Papa Francisco a los obispos de Chile del pasado 11 de abril posee un significado y un alcance trascendentales. Aquí la carta

Escrita desde el horizonte de la fe y de la misión evangélica del obispo de Roma, tiene un innegable sabor personal. El lenguaje (términos, acentos, cadencia) es claramente del Papa Bergoglio. Deja entrever además el “itinerario interior” que el Papa viene recorriendo a partir de la crisis desatada durante su viaje a Chile.

Me animo a decir que el Papa viene transitando un camino penitencial, abierto al soplo purificador del Espíritu. Es más: en la carta invita a los obispos chilenos a transitar juntos ese camino. Juntos buscarán los pasos a dar para reparar el daño y avanzar en una purificación de la Iglesia.

Pienso que esta carta de Francisco se ubica al mismo nivel de relevancia que la misiva de Benedicto XVI a los católicos de Irlanda de 2010. Sin embargo, es aún más fuerte.

Francisco reconoce que ha “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación”. Y señala además que esto ha sido “por falta de información veraz y equilibrada”. Por eso, pide perdón y avisa que buscará reunirse con “los representantes de las personas entrevistadas” por sus enviados.

Las víctimas de Karadima han manifestado su gratitud por la tarea llevada a cabo por el arzobispo Scicluna y el padre Bertomeu, además de valorar positivamente el gesto de la misiva papal. Han aceptado reunirse con el Papa y esperan que se tomen medidas adecuadas.

En mayor próximo, los obispos chilenos se reunirán en Roma con Francisco para un verdadero acto de discernimiento episcopal sobre los pasos que tiene dar la Iglesia chilena y sus pastores para reparar el daño causado, restablecer la comunión eclesial y la confianza de la sociedad.

¿Cuáles serán esos pasos? No se puede evitar imaginar algunos de ellos. Sin embargo, no es mi intención decir aquí lo que yo pienso que se hará. El tenor de la carta hace prever que, por importantes que puedan llegar a ser las decisiones que afecten a algunos de los protagonistas de la crisis (el obispo Barros, por ejemplo), lo que se abre hacia delante en la Iglesia chilena es un proceso más amplio de verdad y genuina conversión pastoral.

¿Sólo afectará a la Iglesia y episcopado del país hermano? Espero sinceramente que no. Pienso que ese itinerario que el Papa Francisco viene recorriendo expresa algo realmente profundo que está pasando en la Iglesia en esta dramática situación de los abusos. Francisco ha admitido sus errores, ha rectificado el rumbo de sus decisiones y, sobre todo, ha revisado sus propias convicciones al respecto.

Aquí tocamos, a mi entender, el nivel más profundo del efecto sanante, aunque doloroso, que la crisis de los abusos viene produciendo en la Iglesia católica: asumiendo la perspectiva de las víctimas, no hay que tener miedo de ser autocríticos de la mentalidad, criterios, actitudes y procedimientos en esta materia.

Un dato que me ha llamado poderosamente la atención, y que tiene que ver con esto: Francisco reconoce con gratitud la “profesionalidad” con que “diferentes organizaciones y medios de comunicación” han tratado estos delicados casos. Tenemos que tomar nota en la Iglesia de esta actitud: de una postura defensiva y victimista a un reconocimiento del positivo rol crítico que los medios han cumplido investigando, difundiendo y dando voz a las verdaderas víctimas.

Repito: tenemos que tomar nota de este dato, e incorporarlo como un criterio en nuestro propio modo de encarar esta crisis, como otras parecidas.

Los errores de Francisco, admitidos y rectificados, han sido beneficiosos para todos. Se agradece.