La causa provida goza de buena salud

images

La masiva participación en las marchas por la vida del pasado domingo nos ha sorprendido a varios. Me ha pasado a mí, y a muchos otros.

En realidad, esta sorpresa tiene algunas explicaciones. El debate por la despenalización del aborto, habilitado por el presidente Macri en Argentina, encuentra a la posición provida en una situación mucho más cómoda que en décadas anteriores. Viene creciendo ampliamente, y con mucha fuerza, en estos últimos años. No solo aquí en Argentina, sino especialmente en países (como EEUU) que han liberalizado la práctica del aborto hace ya varios años.

Varias razones convergen en este fortalecimiento de una mentalidad que ve, cada vez con más claridad, la malicia moral del aborto.

En primer lugar, los datos que las ciencias biológicas han ido poniendo sobre la mesa y que muestran con una certidumbre cada vez mayor la originalidad del proceso que se inicia con la concepción. Obviamente, no entra dentro del campo de estas ciencias calificar de “persona” al fruto de la concepción. El de persona es un concepto filosófico-jurídico (con raíces teológicas, hay que decirlo también) que se sustrae a los métodos empíricos de estas ciencias. Sin embargo, los rasgos humanos del concebido son percibidos con nitidez creciente desde el primer instante de la concepción. El concepto filosófico de persona indica, precisamente, el soporte que da unidad y consistencia a todas las características humanas del individuo.

En segundo lugar, ya son muchos estudios los que vienen desmontando las cifras apocalípticas que los grupos pro-aborto suelen mencionar para hablar, tanto del número de abortos en un país (en Argentina hablan de 500.000 por año) como también de las muertes maternas por abortos clandestinos. También aquí los datos empíricos ayudan a focalizar el debate dándole sensatez y objetividad. Esperamos que en la discusión parlamentaria, nuestros legisladores partan de los datos objetivos puestos a disposición por los organismos gubernamentales competentes.

En consecuencia, va apareciendo con mayor claridad que las razones de fondo para promover el aborto legal, libre y gratuito tienen que ver menos con la salud pública (como se tiende a reducir esta problemática) que con posturas filosóficas. El slogan que las agrupaciones feministas suelen repetir con fuerza (y con una franqueza que se agradece) lo muestra con claridad: “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Este es un punto neurálgico de la discusión sobre el aborto: la libertad, su alcance y su capacidad o no de disponer de la vida propia y ajena. El debate del aborto releva diversas concepciones antropológicas. Se trata de humanismos en pugna, con diversas miradas sobre la vida y qué es lo bueno para el ser humano.

¿Estos humanismos son absolutamente incompatibles? Pienso que no. Obviamente, fundamentalistas hay en todas partes. También puntos de vista incompatibles: por ejemplo, una visión del hombre que cuenta con Dios con otra que prescinde de Él. Si embargo, si lográramos un diálogo genuino entre gente razonable, creo que podríamos afinar un discernimiento que nos permita captar mejor la parte de verdad que las posturas en pugna sostienen.

Hay otro elemento de naturaleza cultural que me parece clave. Entiendo aquí por cultura una forma concreta de entender y encarar la vida, y que tiene una concreción comunitaria, no meramente individual. Me refiero al valor de la vida en la cultura, especialmente de los sectores populares. En este sentido, la reciente declaración de los “obispos y curas villeros” es elocuente. Merece ser detenidamente leída. Quienes propugna una despenalización del aborto apelan a las situaciones de vulnerabilidad de las mujeres pobres. La declaración “Con los pobres abrazamos la vida” ayuda a enfocar la mirada, mostrando, entre otras cosas el valor de la vida amenazada en los más pobres y su capacidad de hacerse cargo de las situaciones más difíciles, las ambigüedades de una cultura del descarte allí donde se ha legalizado el aborto y, sobre todo, la prioridad que significa la lucha contra la pobreza como cuestión prioritaria de fondo hoy en Argentina. Uno de sus capítulos más importantes es mejorar realmente el sistema de salud, con las enormes posibilidades que el estado tiene al respecto.

¿Cómo seguirá el debate sobre el aborto en nuestro país? ¿Qué destino tendrá en el Congreso nacional? Es difícil predecirlo. Argentina es una caja de sorpresas, especialmente su mundo político, como algunos han hecho notar con picardía.

Es bueno entonces que la sociedad civil, sus instituciones y organizaciones desciendan al espacio público para hacerse oír, en toda su amplitud. No nos cansaremos de decir: de una sociedad civil fuerte, participativa, perseverante y crítica depende la robustez de nuestra democracia.

Por eso, no obstante, la fortaleza y buena salud de la causa provida, bueno será no dormirse en los laureles.