Subió a los cielos

«La Voz de San Justo», domingo 3 de diciembre de 2017, primero de Adviento

Después de confesar la fe en la resurrección, el Credo afirma: “Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso”. Es casi una cita literal de la conclusión del evangelio de Marcos: “Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios” (Mc 16,19).

“Resucitó”, “subió a los cielos” y “está sentado a la derecha de Dios”. Tres metáforas para expresar la riqueza de una misma realidad: el Hijo de Dios ha superado la muerte, consiguiendo para todos la plenitud de la vida como sólo la hace posible la comunión con Dios.

Al nacer de una mujer, se ha adentrado en la experiencia humana. Al morir crucificado no sólo ha conocido ese límite supremo que es la muerte, sino que ha hecho suya la suerte de todos los crucificados de la historia. Ha descendido al reino de la muerte. La metáfora del descenso se complementa ahora con las de la ascensión y la exaltación.

Así, en Jesús, Dios se ha manifestado definitivamente a favor de los hombres. El Creador no ha dejado a su creación librada a su suerte. Se ha definido activamente a su favor. El hombre, especialmente en sus horas más oscuras, cuando todo parecería absurdo y sinsentido, cuenta con Dios para reafirmar el valor de la vida.

La fe cristiana en la victoria de Cristo expresada con estas imágenes se pone del lado de las expectativas más hondas del corazón. Nada genuinamente humano ha de perderse. Todo gesto de humanidad tiene sentido porque tiene futuro.

Jesús mostró con claridad que a Dios Padre no le es indiferente la suerte del hombre; que lo conmueve el sufrimiento de cada uno de sus hijos y que, esa conmoción da lugar a una solidaridad activa y concreta. Todo aquel que se ponga del lado de los pobres estará con Jesús en el lado correcto de la historia. Estará donde está el corazón de Dios.

Cuando comentábamos el Padrenuestro decíamos que “el ‘cielo’ no es un lugar, ni tenemos que pensar en el espacio ni en ninguna galaxia. Se trata de una metáfora. Y muy bella, por cierto”. Expresa la inmensidad de Dios, siempre más grande que todo lo que podamos imaginar. Hacia allí ha sido llevado el ser humano. Primero Jesús, abriendo el camino. Después, cada hombre.

La imagen del Hijo vencedor de la muerte que, después de esa lucha, se sienta a la derecha de Dios expresa algo más. Indica que la exaltación de Jesús no implica lejanía. Menos aún indiferencia ante los que seguimos batallando la vida. Todo lo contrario. Ahora, el Dios hecho hombre que, a través de su humanidad, conoce desde dentro nuestras fatigas (también nuestras derrotas), está con nosotros de una forma nueva. Es el Señor, cuyo poder actúa en el mundo, sobre todo, a favor de los pobres. Con ellos se identifica, haciendo suya su causa y promoviendo su dignidad.

El brazo derecho es, para la Biblia, expresión del poder divino. A condición de que no olvidemos que el verdadero poder de Dios es su amor de Padre, manifestado como misericordia, compasión y perdón. Así lo manifestó Jesús durante su vida terrenal. Así lo ejerce ahora sentado a la diestra del Padre todopoderoso.

El Adviento que hoy iniciamos nos invita a mirar hacia ese futuro que nos espera. «Desde allí ha de venir A juzgar a vivos y muertos».