El 13 de marzo de 2015, el Papa Francisco anunció el Año Santo de la Misericordia: «Queridos hermanos y hermanas he pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un año santo de la Misericordia, lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: ‘Seamos misericordiosos como el Padre'».
La palabra «misericordia» designa el misterio más hondo de Dios revelado en Jesucristo: Dios ama y se hace cargo del sufrimiento del hombre y de toda la creación. Por eso, perdona y reconcilia al hombre consigo. Para Francisco, nuestro mundo hoy tiene una especial necesidad de redescubrir el misterio de la misericordia de Dios.
El lema de este Año santo extraordinario es: Misericordiosos como el Padre.
El logo es obra del jesuita Marko Rupnik, muestra a Jesús que carga sobre sus hombros al hombre extraviado. El dibujo se destaca el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. El Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la presencia de las dos naturaleza, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona.
Comenzará el martes 8 de diciembre, cuando el Papa abra la «Puerta Santa» de la Basílica de San Pedro en Roma. Concluirá el domingo 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey.
El domingo 13 de diciembre los obispos de todo el mundo harán lo propio en cada diócesis. Aquí en San Francisco, a las 09:30 hs nos reuniremos como Iglesia diocesana en la Iglesia de la Inmaculada para ir en procesión hasta la catedral, abrir la «Puerta de la Misericordia» y celebrar la Eucaristía.
Se trata de un Jubileo extraordinario. El origen de esta práctica está en la Biblia. La venida de Cristo anuncia un «año de gracia del Señor» (Lc 4,17-21). De ahí que, la actual disciplina de la Iglesia católica celebre un Jubileo ordinario cada 25 años y, para estas ocasiones, disponga gracias e iniciativas especiales en beneficio de los fieles. Es «extraordinario» porque se realiza por un motivo especialmente importante, fuera del tiempo previsto. El próximo Jubileo ordinario será, Dios mediante, en 2015.
La peregrinación es un signo característico de todo Jubileo. A Roma, a la Tierra Santa o a la catedral de la propia diócesis. Como en el Jubileo de 2000, también ahora en nuestra diócesis habrá tres templos designados por el obispo como meta de las peregrinaciones, además de la catedral: el santuario de la «Virgencita» de Villa Concepción del Tío, el santuario de «María auxiliadora» en Colonia Vignaud y la iglesia parroquial de Las Varillas.
«Es mi vivo deseo -dice el Papa- que el pueblo de Dios reflexione durante el Jubileo sobre obras de misericordia corporales y espirituales». Redescubrir las obras de misericordia corporales: dar de comer al que pasa hambre, acoger al forastero, asistir a los enfermos y visitar a los presos, etc. Y obras de misericordia espirituales: dar consejo a quien lo necesite, consolar al afligido, corregir al que se equivoca, perdonar ofensas, rezar por los vivos y los difuntos.
Un signo característico de todo Jubileo es también la gracia de la «indulgencia» que es la remisión de las penas que merecen nuestros pecados. Se trata de un ahondar el perdón que Dios nos ofrece a través de Jesús y cuyo signo visible es el sacramento de la reconciliación.
Peregrinando a los templos señalados, rezando las oraciones prescritas, celebrando la confesión y comulgado, para sí mismo o -mejor aún- para los difuntos, los fieles pueden recibir con fruto el don de las indulgencias. Los enfermos y otras personas impedidas lo pueden hacer desde su lugar una peregrinación espiritual a los lugares santos. También las personas que están en la cárcel pueden recibir la indulgencia, yendo a la capilla del penal o simplemente en su celda.
La misericordia, por tanto, estará de manera más intensamente presente en la misión de la Iglesia diocesana de San Francisco, tanto en la predicación, en la celebración litúrgica y en la vivencia cotidiana. De manera especial, la escucha de la Palabra de Dios y la oración, la celebración del sacramento de la reconciliación y el trabajar por la reconciliación allí donde haya divisiones, grietas o enemistades, son medios privilegiados que tendremos que destacar en este Jubileo.
En el contexto de este Jubileo de la Misericordia, nuestra diócesis dará a conocer, en los primeros días de marzo, la actualización de su Plan de Pastoral. Bajo el signo e impulso del Jubileo, la misericordia será un concepto clave del mismo.