Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie (Lc 21,3)
Hay una fina ironía en la escena que nos pinta San Lucas en este evangelio: como suele ocurrir también entre nosotros, en el templo de Jerusalén habían unas alcancías destinadas a las ofrendas para los pobres.
En la narración del hecho que hace el tercer evangelio, Jesús está atento a las actitudes que se manifiestan en los gestos.
Así, observa a los ricos que dan de lo que les sobra.
Ofrenda algo que, en realidad, no los afecta para nada. Mucho menos mengua la sustancia de sus bienes.
Por el contrario, una mujer que es doblemente pobre (por viuda y por indigente) da materialmente muy poco.
Pero es mucho: no lo que le sobraba sino todo lo que tenía para vivir.
¿La ironía? En definitiva, los pobres son los que más ayudan a los pobres.
Esta mujer es, por eso, uno de los «pobres del Señor», aquellos que son bienaventurados, a quienes pertenece el Reino de los cielos.
Se ayuda realmente a los pobres dando de lo propio, compartiendo de veras la propia vida, exponiéndose al riesgo de perderlo todo.
Este icono de la viuda pobre que ayuda a los pobres dando de su indigencia es una imagen muy oportuna para describir lo que significa Caritas en la vida de nuestras comunidades cristianas.
Esta viuda pobre encarna el espíritu de Caritas.
Gracias a los hermanos y hermanas de la Comisión diocesana que están terminando su período de servicio.
Como el servidor humilde del Evangelio, ustedes han cumplido con lo que se les había encomendado (cf. Lc 17,10).
¿Nuestra recompensa? Ser sencillamente como Jesús servidor, el que dijo de sí mismo: «Yo estoy entre ustedes como el que sirve» (Lc 22,27).
Con algunos miembros nuevos, la nueva Comisión diocesana de Caritas inicia su servicio en nuestra Iglesia particular.
Gracias por haber aceptado la llamada del Señor a través de su Iglesia.
Ustedes representan a los cuatro decanatos de nuestra Diócesis. Hacen así presente la voz de los pobres de los cuatro rincones de su geografía.
Son también testigos de la intensa vida de amor y solidaridad que, día a día y en medio de un ocultamiento que solo ve Dios, anima a tantos hombres y mujeres que, sintiéndose discípulos de Jesús, el buen Samaritano, se hacen cargo del hermano herido que está al borde del camino.
No se olviden de esto.
Su misión en Caritas diocesana es estar al servicio de la pastoral ordinaria de la caridad de nuestras parroquias, colegios, asociaciones y movimientos.
Como obispo, les encomiendo de manera especial el cuidado y la promoción de las Caritas parroquiales. Aquí deben concentrar sus mayores esfuerzos y preocupaciones.
Nuestra Iglesia diocesana está a punto de actualizar su Plan de Pastoral: el centro es Cristo vivo y la fe en Él que transforma la vida. Y, desde este núcleo inspirador, queremos ser una Iglesia «en salida», cercana a la vida de todos los que sufren.
En este contexto más amplio y estimulante, Caritas diocesana y las Caritas parroquiales han de revisar a fondo su lugar como expresión del amor solidario de Cristo y de su Iglesia hacia los más pobres.
La viuda pobre que Dios todo es un icono inspirador de nuestro camino.
María en la Visitación y al pie de la cruz es la imagen más lograda de lo que la Iglesia de Cristo está llamada a ser.
Ella los bendice, los inspira y los acompaña en su misión.
Así sea.
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